sábado, 8 de noviembre de 2003

Montaigne

Que el gusto de los bienes y los males dependen en gran parte de la idea que de ellos tenemos

Los hombres (dice una antigua sentencia griega) están atormentados por las ideas que tienen de las cosas, no por las cosas en sí. Ganaríamos muchos puntos en cuanto al alivio de nuestra mísera condición humana si se pudiese establecer siempre como verdadera esta tesis. Ya que si los males sólo pueden penetrar en nosotros a través de nuestro juicio, parece lógico que esté en nuestro poder el despreciarlos o el darles un giro hacia el bien. Si las cosas se entregan a nuestra merced, ¿por qué no cambiarlas o adaptarlas en beneficio nuestro? Si lo que llamamos mal y tormento no es ni mal ni tormento de por sí, sino que sólo nuestra fantasía le presta esta cualidad, en nosotros está el cambiarla. Y pudiendo escoger, si nadie nos fuerza, estamos prodigiosamente locos al tomar partido por lo más molesto y al dar a las enfermedades, a la indigencia y al desprecio, un gusto malo y amargo pudiendo dárselo bueno, y puesto que el azar sólo proporciona la materia, a nosotros toca el darle forma.


Michel de Montaigne, Ensayos. Libro primero, capítulo XIV.