jueves, 2 de octubre de 2003

No poseer en propiedad muchas de las cosas que gustan

Se disfruta más de ellas si son ajenas. El dueño sólo goza el primer día, los extraños los demás. Las cosas ajenas se disfrutan doblemente: el riesgo de dañarlas no existe y sí el placer de la novedad. Todo sabe mejor con privación: el agua ajena parece néctar. Poseer las cosas, además de disminuir el disfrute, aumenta el enfado por prestarlas o por no hacerlo. Tener cosas es mantenerlas para los demás. Se ganan más enemigos que agradecidos.

Baltasar Gracian. Oráculo manual y arte de la prudencia.