sábado, 9 de marzo de 2002

Una guerra que pudo haber cambiado el mundo


En el año 490 A.C. se produjo la batalla de Maratón. El rey persa Dario I no quería olvidar que los griegos habían prestado su ayuda a las colonia del Egeo cuando se rebelaron. Envió un ejército de castigo que atravesó el territorio sin obstáculo hasta llegar a la famosa llanura. Los griegos habían pedido ayuda a los espartanos, pero estos tenían que esperar a la luna llena para deliberar y no había tiempo.

Cuando Milcíades atacó a los persas, por alguna razón ellos habían dejado la caballería embarcada de modo que los hoplitas griegos tuvieron la ventaja de su equipo pesado y vencieron.

Dario murió sin ver a los griegos sometidos. Su hijo Jerjes acometió la tarea. Envió un ejército que los historiadores cifran en más de 200.000 hombres. Atravesaron Macedonia y Tesalia sin resistencia. En el estrecho paso de las Termópilas un pequeño grupo de espartanos pudo luchar con ellos porque la estrechez del territorio imponía una lucha cara a cara. Aunque fueron derrotados siempre quedaría como una expresión del valor espartano.

Los persas derrotaron a los griegos por tierra y quemaron Atenas. Los atenienses huyeron en barco y plantaron cara en el mar. Jerjes rodeo a los griegos en el estrecho de Salamina, donde los trirremes griegos maniobraban mejor y vencieron.

Son tres batallas inmortales de la historia. ¿Qué hubiera ocurrido si los griegos pierden? No hubiéramos conocido la democracia ateniense, ni su cultura. El mundo actual sería completamente distinto.

Los griegos
Isaac Asimov